miércoles, 23 de septiembre de 2009

Osho, los niños, la inteligencia y la estupidez humana

Siempre tuve un gran prejuicio ante el tal Osho. Veía en las librerías una buena cantidad de libros firmados por el tío y los asumí siempre como algo a caballo entre Coelho, el mexicano Cornejo y Kopra. Pero hace unos meses Geraldinho Vieira, un amigo periodista "brasileiro"; conversando del alma y del "espírito" en un break mientras compartíamos culposamente un Lucky de cajetilla con fotón de cáncer pulmonar, me recomendó leerlo. Y hoy le digo; gracias hermano por el dato sobre el hombre. De verdad vale la alegría darle una mirada a sus libros. Son conferencias transcritas en las que él se refirió a diversos temas, con mucha claridad, con gran énfasis. Sobre el ego, el sexo, la creatividad, la inteligencia, etc.
Muchos amigos y amigas me miraron y/o dijeron que pasa con Martinazo, a la vejez se nos volvió huevón (o más huevón). Y entonces comparto esta mañana algo de este sabio hindú sobre los niños, la inteligencia y la estupidez, porque justo hace unos días comentaba -en broma, no soy nazi ni facho - que deberían haber depósitos para estúpidos, donde hagan lo que quieran pero sin joderle la vida a los demás, donde coman, defequen, conversen y esperen la parca piadosa entre ellos, sin romperle el corazón, el hígado y demás achuras a la gente que trata de vivir libremente sin joder a nadie. Supongo que la contrapropuesta del grupo sería encerrar a los demás. Vamos con algo de Osho entonces:
"no permitimos que los niños permanezcan inteligentes. Primero porque si son inteligentes serán vulnerables, serán delicados, serán abiertos. Si son inteligentes serán capaces de ver muchas falsedades en la sociedad: en el Estado, en la Iglesia, en el sistema educativo. Se volverán rebeldes. Serán individuos; no se acobardarán fácilmente. Los puedes aplastar, pero no puedes esclavizarlos. Los puedes destruir, pero no puedes obligarlos a avenirse. En un sentido la inteligencia es muy suave, como una rosa; en otro sentido, tiene su propia fortaleza. Pero esa fortaleza es sutil, no burda: Esa fortaleza es la fortaleza de la rebelión, de una actitud inclaudicable.Uno está dispuesto a morir, uno está dispuesto a sufrir, pero uno no está dispuesto a vender su alma."
Mañana hablamos de otras cosas, pero no del sinverguenza del ministro Allison por favor, con su carita de Boloña con bótox, se las traía nuestro "político". MGG.