jueves, 31 de diciembre de 2009

TRES VOLKSWAGEN

UNO: Volkswagen blanco

Los cuatro habíamos terminado cuarto o quinto de media, creo que quinto, en La Recoleta; hablamos entonces de 1976 o 1977, hace mucho y hace poco. Las cosas habían salido conforme a lo planificado desde que entramos a secundaria: no perder el tiempo con física, química, ni matemáticas, y dedicarle esas horas de clase y de “estudio” al fútbol peruano, argentino, y español y francés (gracias a las revistas Don Balón y Onze, que le enviaban al Gordo Mariano sus hermanas, radicadas en España). Las sesiones de clase eran el mejor momento para voltear, con pausa y placer, cada página de Ovación, Deporte Gráfico y El Gráfico, joyas que asomaban bajo la madera del pupitre. Eso sí, poniendo cara de súper concentrado cada vez que los profes Valencia, Suave o el padre Hervé dejaban de escribir esas huevadas - que nunca entendí - en la pizarra.






Esperaríamos marzo para dar los “exámenes” de cargo en la USE de Ate-Vitarte, en Santa Anita. Nada más papaya que esa burla, la verdad. Solo tenías que aguantarte las miradas de desprecio hacia los blanquitos esos - que éramos nosotros - por parte de los profesores a cargo del proceso, de los patas de los colegios nacionales, de las secretarias, de los conserjes, de todo el mundo - y ya, asunto arreglado. A matricularse para el siguiente año y seguir con el método Martín.






La verdad que el sistema me falló un año, en tercero de media. Jaladazo en esos tres, como previsto, y, oh sorpresa, putamadre!, también en inglés. Me refugié, , sin decir nada en Italia 351, la casa de mi abuelo, de mis tíos Diego y Amparo, de mi hermano Colorín, de mis primos. El faro de La Marina debía iluminar nuestra cabeza para analizar como contarle tamaño deshonor a mi querido viejo. Protegido por tanto cariño, opté por no pensar, e irme a diario a La Herradura o Los Pavos, playas de moda en ese maravilloso tiempo, para nadar un montón, salir de blanco, mirar culitos y hacer ojitos. Nos bastaba un sol para tomar el micro verde, la 73. en el parque Bolognesi, llegar a la bajada de Armendáriz y bajar caminando a la libertad ampliada: el mar, las chicas lindas. El otro sol era para un rojo Glacial, a medias, el mejor helado de agua del mundo sin duda; nadie vendía sánguches de pollo ni choclos ni ceviche, lo juro Y así fueron los días de bacanes y tranquilos.






De pronto, una mañana, la tía Amparo entró feliz a nuestro cuarto y me contó que el ministerio de Educación había decretado que ese año no repetías con cuatro cursos, que los podías dar en verano en Santa Anita. Que tal leche carajo! Como le pasó una vez a la U, mi equipo, gracias a movidas de sus dirigentes, “no bajé” gracias a órdenes superiores: habían jalado también en idem cursos al hijo del ministro de entonces, no me acuerdo si Guabloche o Velásquez, un general de aquellos.






Pues toda esa alegría casi se va a la misma misma cuando, como contaba al inicio, un par de años después nos volcamos en un VW blanco nuevecito, de la mamá del chato Paúl, en el que regresábamos felices, una vez más, de Santa Anita y de la fiesta de los cursos de cargo. Eramos cuatro, pero sólo me acuerdo que Paúl manejaba, que veníamos del colegio y estábamos por entrar al óvalo de la Universidad de Lima a gran velocidad cuando, mierda, patinamos y nos dimos felizmente solo una vuelta, un tortazo. El auto de cabeza, ni un vidrio roto (saltaron intactos, que vivan los VW !!!), ni una gota de sangre, ni un hueso. Nada. Solo Paul maldiciendo: mi vieja me va a matar!!!

DOS: Volkswagen naranja o rojo? (pronto)











martes, 15 de diciembre de 2009

sobre un remember mal jugado

Asu!! Han pasado casi tres meses desde que me propuse escribir acá por lo menos un par de veces por semana. Debían haber casi 20 textos y sigue habiendo solo uno. Uno, sobre este tipo Osho, que según mi queridísima cuñada Marianne, resultaría ser un fanfa, un farsante, un tipo interesado solamente en el billete, como tanta gente. Un hablador exitoso se diría (como otro montón de gente). Pensé averiguar al respecto pero, la verdad, entre la chamba en Lima, que me gusta y cansa, y entre los viajes de chamba, que me gustan, me descansan y también me cansan, nunca más me dí el tiempo para hacerlo, hasta ahora.

Hubo al medio - nada extraño - un tema de amor y de reencuentro que resultó en desamor y desencuentro. Un asunto en verdad breve esta vez, pero sobre algo antiguo relativamente, algo que fue potente, que en su momento me movió, me encantó, me rayó. Esta vez fue un "remember" como dicen ahora, sobre el cual aposté más de lo debido, y enseñando demasiadas cartas en el juego. Porque pasan los años, y sin embargo en más de un tema, uno sigue siendo un torpe necio, un inventor de pensamientos propios que adjudica a la otra parte, a ella, mejor, a ellas, sobre los cuales construyes escenarios casi siempre irreales, ilusorios, propios solamente de tus exclusivas fantasías, de tus elusivas ilusiones. Un huevas también, por supuesto. Un antiguo macho men hoy reciclado, devenido en su momento a canoso panzón y rey de bares, hoy reencontrando por fin al tipo de antes, a ese que incluso a uno, que esto escribe podía caerle bien y serle interesante.

Felizmente en estos casi 90 días (sin 500 noches, de pronto 10 o 15) llegó a vivir a casa la más "chiquita" (21) de mis dos hijas, la segunda de los tres que tanto quiero. Llegó con su sonrisa eternay su buena onda. Rápidamente, su dulzura, compañìa e inteligencia, empezaron a cambiarme la vida una vez más. De pronto ya la casa estaba siempre iluminada y en la cocina, pues se cocinaba. Y llegaba su enamorado, que me parece la quiere bastante (más le vale), y cenábamos juntos. Y ciertamente, me acostaba más temprano y me dormía más rápido. Pasaron los días y así fueron las cosas.
En paralelo se dió lo de Doña remember, que viajó a las europas supuestamente a ver un tema de papeles y residencias. A los dos días la globalización y la web me pusieron rápidamente al día "de lo que en verdad acontecía". Las fotos, su personal reencuentro, el tipo, el lindo niño, ella. La familia feliz Ja, dicen mis hermanos. Si pues, ja. Que chucha, me dije, estaba como visto, no es para nada una sorpresa. Esta vez no la cago, me reté. Y así fué básicamente.
Así fué básicamente o bacinicamente, que suena parecido y lo expresa mejor. Salvo un resbalón al medio, fruto de unos chilcanos que uno se empujo aún en cuarentena (craso error, procuraré aprender mi querido Pavlov, aunque con los humanos no funciona el saber qué es lo que te genera displacer, para ser elegantes). Salvo esos inigualables chilcanos del nuevo Piselli y su pequeña secuelita, todo estuvo mejor luego, aunque no estoy contando algo que de momento no quiero contar.
Entonces hoy retomo, sin trago claro, pero re-tomo, este quehacer de escribir que tanto me gusta y tan poco pongo en praxis. Traeré para acá algunos temas tratados muy al paso en FB, que pienso dan para mucho más reflexión, y vacilón también. Hoy por ejemplo, a pesar de mi apuesta permanente por la paz, el consenso y la no violencia, y muchas más cosas y principios, no puedo dejar de alegrarme de la forzada ida al dentista y al cirujano plástico del facista Berlusconi. Porque soy humano pues. Pero ese es otro tema.